Como cronista vital de Ibarra. Miguel Ángel Rosales fotografió a vendedores afrodescendientes del Valle del Chota, durante una feria en la actual plaza Abdón Calderón, diagonal a San Agustín, Su lente no tiene una mirada inquisidora sobre lo étnico, sino de profundo respeto a las culturas diversas.
Tras el terremoto de Ibarra, y de todo Imbabura, las imágenes religiosas también quedaron devastadas. Esto motivó a que jóvenes talentosos, como Daniel Reyes, fueran enviados a Quito para seguir la herencia de la "Escuela Quiteña". Este es uno de los pocos crucifijos conservados en San Antonio de Ibarra. (Colección Jorge Luis Villalba)
El maestro de la imaginería Alcídes Montesdeoca es parte de una inmensa tradición de escultores de madera en San Antonio de Ibarra. Sus obras, como los denominados pasos de Semana Santa de Popayán, muestran el esplendor de esta tierra.
Desde las cúpulas de la Catedral, se observa esta magnífica fotografía panorámica de Miguel Ángel Rosales, donde se aprecia la antigua casa del actual Municipio de Ibarra. La fotografía corresponde a la primera mitad del siglo XX.
"Noble raza", fue el título que el fotógrafo Miguel Ángel Rosales dio a esta pareja de indígenas que, por lo general, han sido retratados desde una lógica neocolonial. Aquí, en cambio, se aprecia un retrato realizado sin ninguna postura estigmatizadora.
Nicolás Gómez nos trae la esquina del Cuartel de Ibarra (calles García Moreno y Olmedo) donde aún se aprecia los edificios patrimoniales, carcomidos ahora por la indolencia de las autoridades de turno. (Colección Jorge Luis Villalba)
La otrora hermosa plaza de San Antonio, donde aún habita un ángel ciego, es visto por el pintor Jorge Villalba, que nos muestra la fuerza de la cultura popular con los rasgos de una paleta que ha interrogado a las nuevas corrientes pictóricas.
Víctor Mideros realizó este lienzo en torno a Marianita de Jesús, la figura emblemática desde el siglo XVII. Mideros, entre el misticismo y lo clásico, logró dotar a su pintura de su inconfundible personalidad.
En esta obra Víctor Mideros muestra los roles de los indígenas dentro de la sociedad sin esa mirada lastimera. Esta armonía entre lo indígena y mestizo será parte importante de su propuesta pictórica.
En un momento en el que el país tendía hacia el indigenismo y realismo social, el pintor Víctor Mideros siguió la tradición del arte religioso, que venía desde la época colonial. Sin embargo, sus obras entre las que se destacan las de la iglesia de San Francisco de Quito son una propuesta estética vigorosa. Nadie puede salir indemne después de ver a un Mideros.
El pintor ibarreño Bolívar Mena Franco estuvo inmiscuido en las corrientes del indigenismo y realismo social, como esta obra de 1939 titulada "Descanso indio". Al parecer, uno de los muralistas Siqueiros miró su obra en Ibarra y lo prodigó de halagos. Mena Franco eligió otros senderos.
La obra de Galo Galecio fue fundamental en Imbabura, especialmente por su postura del realismo social. Como director del colegio Daniel Reyes motivó a sus alumnos en esa línea.
El maestro Gilberto Almeida es un hombre de rupturas. Sus obras, merecedoras de premios como el Mariano Aguilera, son un depurado ejercicio con la pureza del arte. "Los músicos", como se llama esta obra, es parte de su cosmovisión acerca de lo que somos.
LA NOSTALGIA
ORACIÓN VIAJERA
GHOST
SIN TÍTULO
LA EDUCACIÓN
ESCONDIENDO LA MULLAPA
UROGALLOS
EN LA VENTANA